7 diferencias entre un jefe y un líder a la hora de dar órdenes
El líder sabe dirigir y motivar a un equipo de personas sin necesidad de imponer sus ideas, ya que consigue que estos las abracen, o que incluso las mejoren, al mantener siempre una escucha activa con los integrantes de su equipo. Por el contrario, el jefe es una autoridad impuesta que utiliza su poder para impartir órdenes y que se le obedezca.
Un líder puede adaptarse a estructuras colaborativas horizontales de profesionales altamente cualificados, asegurando con su participación e influencia el buen fin del proyecto. En contraposición, el jefe solo entiende de estructuras de mando verticales, descendentes, autoritarias y unilaterales.
Un buen líder hace partícipe a todo el equipo de los logros obtenidos, generando un buen clima laboral. En el polo opuesto se sitúan los jefes que se atribuyen todos los éxitos, siendo además ensalzados por una corte de aduladores, que además son especialistas en generar un ambiente laboral tóxico.
Además, el líder tiene la habilidad para saber cuándo y cómo recompensar los logros conseguidos por las personas y equipos que dirige. Un equipo que ve que su esfuerzo es tenido en cuenta y recompensado de manera justa estará más motivado y será más fácil dirigir sus esfuerzos en aras de los objetivos que establezca su líder.
A la hora de dar órdenes podemos encontrar también algunas diferencias entre un líder y un jefe en los siguientes puntos:
Inteligencia emocional
El líder tiene la inteligencia emocional necesaria para saber cómo dar órdenes a cada integrante de su equipo, porque se ha preocupado de conocerlos. Además tiene habilidad para detectar su situación emocional e intenta conocer sus sensibilidades y egos para buscar la mejor forma de dirigir a su equipo hacia los objetivos de la empresa. Al jefe todo esto le importa un comino, en muchos casos se muestra inaccesible, imparte órdenes y los demás tienen que obedecerlas sin rechistar, independientemente de su estado emocional o situación personal.
Empatía
El líder tiene empatía y sabe mandar porque también sabe recibir órdenes, pero además también conoce el trabajo de los integrantes de su equipo, lo que le facilita saber lo que le puede encargar a cada uno de sus miembros. El jefe, si una vez supo hacer el trabajo que ahora hacen sus subordinados, ya no se acuerda de lo que hacía, lo único que le importa es que obedezcan sus órdenes en los plazos establecidos, independientemente de si estos son razonables o totalmente descabellados.
Soporte y ayuda
El jefe es coercitivo, busca responsables de los errores y los castiga duramente, incluso con el despido, mientras que el líder se anticipa a las problemáticas evitando que eclosionen y si aún así surgen problemas es el primero en ayudar a resolverlos. Una vez solucionado el problema, busca que se aprenda de cualquier posible error intentando ayudar a que el trabajador recobre la autoestima que pudiera haberse visto dañada por el error cometido.
El líder sabe ganarse la confianza de los miembros de su equipo, ofrece su mano para ayudar en las ejecuciones de las tareas, ya que las conoce y sabe cómo hacerlo. El jefe, por el contrario, puede incluso esconder en conductas agresivas o irrespetuosas su desconocimiento, para evitar así quedar en evidencia al tener que contestar determinadas preguntas o ayudar en unas tareas que desconoce.
Comunicación
El líder elige la mejor forma para realizar la comunicación, pensando en la mejor forma de recibirla para el colaborador, facilitando de esta manera la ejecución de la tarea. Por ejemplo, utilizando el email o herramientas colaborativas, para que al trabajador le quede constancia de la tarea a realizar y de los plazos en los que tiene que llevarse a cabo. El jefe por el contrario utiliza la primera forma de comunicación que se le pasa por la cabeza para despachar la tarea, sin importarle lo más mínimo si al subordinado le han quedado claros todos los puntos necesarios para realizar lo encomendado con éxito. Si falla en su ejecución reforzará su rol de jefe probablemente reprochando al trabajador en público los errores que pudiera haber cometido.
El líder procura dar directrices y ordenes con claridad, mientras que el jefe da órdenes que pueden ser interpretadas de diferente manera, siendo labor del subordinado elegir la opción correcta, que para eso se le paga.
Además, el líder permite el feedback para aclarar las dudas, presentar ideas y propuestas e incluso admite sugerencias para mejorar el resultado esperado. Por su parte, el jefe da la orden y luego puede decir de manera amenazante: « ¿Lo tenéis todos claro, no?, pues a trabajar, que para eso os pago».
Autonomía
El líder sabe dar autonomía a su equipo para la ejecución de las tareas, mientras que el jefe exige que se realicen las cosas como siempre se han hecho. Al dar margen a su equipo para que ejecuten las tareas a su manera, el líder consigue que cada uno de lo mejor de sí mismo. El jefe, por su parte, está encima de cada detalle, quiere controlarlo todo, pero en el fondo lo que esconde es un profundo miedo a delegar y que los miembros de su equipo puedan destacar con formas más eficientes y eficaces de realizar una determinada tarea.
Asignación del responsable de ejecutar la tarea
El líder evita los favoritismos y busca ser ecuánime a la hora de repartir las tareas, mientras que el jefe puede tener favoritismos e intentar demostrar que un trabajador muy competente es un absoluto incompetente sobrecargándole de trabajo de manera que no pueda cumplir los plazos establecidos o que cometa errores.
Autoridad
El líder ejerce la autoridad desde el respeto hacia los integrantes del equipo, mientras que al jefe eso del respeto le puede parecer un adorno innecesario, ya que basa su autoridad en la represión y el temor que infunde a los trabajadores.
Adaptación a las nuevas tecnologías
El líder se adapta a las nuevas tecnologías para buscar nuevas formas más eficaces y eficientes de trasladar las tareas a los integrantes del equipo, de manera que puede hacer uso de un abanico de herramientas colaborativas para tal fin. El jefe, por el contrario, prefiere los métodos más tradicionales y como mucho el e-mail.
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José Ramón Fernández de la Cigoña Fraga
Colaborador del CEF.-