La importancia de los departamentos de RRHH para detectar trabajadores tóxicos
Uno de los principales objetivos de la dirección, gestión y desarrollo de RRHH de una empresa es conseguir incorporar y retener a las personas más adecuadas para la misma, pero a la par detectar y neutralizar al personal tóxico, ya que este tipo de trabajadores puede carcomer los cimientos de la sociedad, hacer que los buenos trabajadores abandonen la compañía, e incluso abocar a una empresa al cierre.
Obviamente, la detección de un trabajador tóxico para la empresa no es una tarea fácil, ya que estos trabajadores pueden ser encantadores en un proceso de selección y encontrar trabajo fácilmente, pero una vez ponen los pies en la empresa, poco a poco, van desplegando su toxicidad y esparciendo negatividad.
En cualquier caso, hay que distinguir entre un trabajador descontento y uno tóxico, ya que un empleado puede quejarse y su malestar estar fundamentado, mientras que el tóxico se queja de todos los que le rodean, generalmente sin fundamento alguno y en ocasiones hasta con calumnias.
Los responsables de recursos humanos tienen, pues, la ardua tarea de distinguir cuándo las críticas de los trabajadores son constructivas, y buscan con ellas una mejora en la empresa o en las condiciones de trabajo, y cuándo son destructivas y persiguen socavar la reputación de compañeros de trabajo y de la propia compañía, sin ningún afán de mejora, por envidias o desacuerdos en el trabajo.
9 pautas para identificar a un trabajador tóxico
La identificación de los trabajadores tóxicos puede ser en ocasiones una tarea compleja, ya que en muchos casos estamos hablando de trabajadores inteligentes, pero que dedican sus energías equivocadamente a destruir, en lugar de a construir. Podemos identificar, sin embargo, algunas pautas comunes:
- Son charlatanes, cotillas, alimentan los rumores y buscan activamente «noticias» para divulgar. El problema es que en lugar de estar pensando en la productividad de su trabajo y la de sus compañeros, los distraen con chismes de unos y de otros. Los cotilleos pueden socavar la reputación de las personas, reducir su rendimiento o incluso llevarlas a abandonar la empresa. Los cotillas buscan inmiscuirse en la vida personal, conocer debilidades que poder utilizar, o compartir las confidencias con el resto de la empresa con frases del tipo «te lo cuento a ti en confianza, pero no digas nada». Ten cuidado con el que habla mal de otras personas, porque mañana hablara mal de ti.
- Pueden ser tus amigos mientras les seas de utilidad para la consecución de su misión y objetivos, pero una vez alcanzados sus fines, te desecharán y buscarán a otro al que poder manipular en busca de obtener otros beneficios. Para lograr sus objetivos usan mascaras, mienten, engañan y manipulan, pero como son elocuentes y convincentes es fácil caer en sus redes.
- Son envidiosos y los logros de los demás no son para ellos un aliciente para la consecución de objetivos, sino el motivo que les impulsa a desear la destrucción de lo que otros construyen y a socavar la buena reputación de compañeros ganada con su esfuerzo.
- Suelen ser mediocres, tienen miedo a equivocarse, están aletargados y les cuesta asumir responsabilidades, pero no les basta con ser ellos mismos así, ya que intentan por todos los medios que su entorno se amolde a ellos, socavando iniciativas y criticando nuevos proyectos.
- Hacen promesas para conseguir sus fines, aunque sin ninguna intención de cumplirlas.
- Practican el acoso verbal y moral, desquebrajando el clima laboral de la empresa. El verbal mediante calumnias, amenazas y atacando la credibilidad y convicciones de otros compañeros. El acoso moral se materializa mediante insultos, gritos a solas o en grupo, asignando tareas imposibles de lograr o con frases del tipo «tienes que ser más proactivo», o «tienes que ser más productivo», sin especificar los motivos que las fundamentan, ni aportando fórmula alguna para ayudar a mejorar esa proactividad o productividad.
- Son quejosos. La queja constante, sin aportar soluciones, mina la moral de los compañeros y por ende la productividad de la organización. Este tipo de personas asumen el papel de víctimas, le dan vueltas a todo y se ofenden fácilmente.
- Les encanta asignar culpas. En lugar de evitar problemas, no les importa que estos surjan siempre y cuando encuentren alguien a su lado al que arrojarle la culpa.
- Hacen que no fluya el trabajo en equipo, lo cual drena la moral de los compañeros, ya que suele generar una gran desazón no poder hacer el trabajo o que este se lleve a cabo con retraso porque otros compañeros han puesto palos en las ruedas al trabajo en equipo.
La necesidad de especialistas en la gestión de las personas dentro de las organizaciones, para retener y mantener a los mejores profesionales y neutralizar a los trabajadores tóxicos, es por lo tanto, una prioridad para las empresas, por lo que para su adecuada formación el CEF pone a disposición de los interesado el Máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos.
José Ramón Fernández de la Cigoña Fraga
Director Administrativo y Financiero (CFO)