La destrucción de empleo se modera en el tercer trimestre y el número de parados alcanza los 5,778 millones
El número de parados aumentó en 85.000 personas, hasta los 5,778 millones, y la tasa de paro subió al 25% de la población activa, cuatro décimas más que en el trimestre anterior.
Respecto de un año antes, se destruyeron 835.900 empleos, lo que supone una pérdida del 4,6%. Tanto en volumen de empleo perdido como en tasa de variación los datos del tercer trimestre son algo mejores que los registrados en el segundo en términos interanuales (885.700 y -4,84%). La estabilidad del ritmo de caída intertrimestral y la relativa mejora de la tasa anual podrían estar apuntando al inicio de una fase de moderación en la destrucción del empleo.
Desde una perspectiva sectorial, la destrucción de puestos de trabajo en el tercer trimestre afectó especialmente a la construcción (56.100), los servicios (32.700) y, en menor medida, a la agricultura (11.900), mientras que la industria registró un ligero incremento del empleo (3.700).
Al corregir de variaciones estacionales, todos los grandes sectores no agrarios continuaron destruyendo empleo, especialmente la construcción (-5,6%), mientras que la agricultura registró una tasa positiva de 1,73%. Salvo en el caso de la construcción, los ritmos de destrucción de empleo se atenuaron en tasa trimestral corregida de estacionalidad.
En relación a un año antes, el único sector que intensificó el ritmo de caída interanual del empleo fue la construcción (-17,1%); mientras que los servicios y la industria lo moderaron. Por su lado, la agricultura mejoró un 1,8%.
Por tipología del empleo, los no asalariados aumentaron un 3,7% anual, mientras que los asalariados totales cayeron un 6,2%. Los asalariados con contrato indefinido bajaron en 179.400 en el trimestre en tanto que aquellos con contrato temporal subieron en 15.300.
Sobre el año anterior, los indefinidos descendieron un 3,7%, (3,5% en el tercer trimestre de 2011) y los temporales cayeron un 13,4% (siete décimas menos que un año antes). La tasa de temporalidad se situó en el 24%, casi cuatro décimas más que al cierre del trimestre anterior y dos puntos por debajo de la del tercer trimestre de 2011.
Según jornada laboral, los ocupados a tiempo completo disminuyeron a un ritmo anual del 5,9% (5,7% el trimestre pasado) mientras que los que tenían contrato a tiempo parcial aumentaron un 3,8% (0,5% el trimestre pasado). Tras este resultado, el empleo a tiempo parcial se sitúa en el 14,4%, medio punto menos que en el trimestre anterior y 1,2 puntos por encima de la tasa de hace un año.
La clasificación en sector público/privado señala que el primero siguió intensificando el ajuste, con una tasa interanual de caída del 7,1% (-5,5% en el trimestre anterior), mientras que en los ocupados del sector privado el ritmo de retroceso se suavizó hasta un -4,1%.
De hecho, excluyendo los ocupados del sector público, la destrucción de empleo se ralentizó considerablemente más, seis décimas en vez de dos. En tasa trimestral corregida de estacionalidad, al tomar solamente los ocupados privados, la caída fue del 0,6%, mientras que el retroceso de los asalariados públicos alcanzó el 2,9%.
La población activa disminuyó en 12.000 personas en el trimestre (-0,1%), pero corregida de estacionalidad aumentó un 0,1%. Respecto a un año antes, la población activa cayó en 36.200 personas (0,2%), descenso que responde, principalmente, a una bajada del número de habitantes puesto que la tasa de actividad se mantuvo en el 60,1%. Al desglosar por sexos, la mayor pérdida de población activa correspondió a los varones, mayoritariamente a los trabajadores extranjeros.
El número de hogares en los que todos sus miembros están en paro se ha mantenido en 1,74 millones, frente al aumento de más de 9.300 en el trimestre anterior.
Estos resultados indican que continúa la debilidad de la actividad económica pero, a diferencia de los cuatro trimestres anteriores en los que se intensificó el ritmo de destrucción del empleo, en esta ocasión se observa una cierta estabilización.
Cabe esperar que comiencen a aparecer signos de mejora en el mercado de trabajo a medida que la actividad económica frene su deterioro. Para lograrlo, la política económica debe continuar corrigiendo los importantes desequilibrios económicos y financieros de la economía española, con la aplicación del programa de reformas estructurales en marcha y con el saneamiento de las cuentas públicas en todos los niveles de la Administración.