1. Introducción
Desde un punto de vista ingenuo «crear y hacer empresa» puede responder a motivaciones diferentes: curiosidad, afán de logro, necesidad o ánimo de imaginar una actividad que perdure pueden ser, por ejemplo, estímulos para ello. La «obra empresarial» adquiere un significado que, en sus aspectos nucleares, parece similar a aquella de quien «construye» arte o conocimiento, científico, artista o artesano: una obra musical, el descubrimiento científico, la referencia pictórica admirable, una composición imaginaria sobre la naturaleza o un conjunto de miniaturas elaboradas a partir de la fantasía personal.
En el mes de marzo del año 2000 la publicación científica «European Journal of Work and Organizational Psychology» editaba una monografía pionera sobre emprendedores (vol. 9, n.º 1). Con su aparición se hacía evidente la importancia de iniciar este tema en el campo del estudio empírico; situaba en el marco académico, de forma explícita, lo que hasta entonces figuraba exclusivamente en los ámbitos divulgativos, ignorando –la academia– la realidad del emprendedor y de las empresas familiares, a pesar de su alcance para el desarrollo económico, social y empleo (ECSB, 1997). Asimismo, se reconocía el carácter flexible y adaptativo de esta fórmula organizativa y empresarial al entorno globalizador (Frese, Chell y Klandt, 2000) al mismo tiempo de su decisiva existencia para que «la potencia» de los países menos desarrollados se convierta en «acto» de progreso económico-social con la incorporación e integración de sus economías en torno a esta concepción empresarial (Frese, 2000). En definitiva, un «capitalismo familiar» de innegable magnitud, que dibuja el soporte económico-social de nuestro entorno occidental, mantiene los niveles de cohesión social y constituye el auténtico motor de desarrollo económico.
En la observación más cruda de la realidad socio-económica actual del país, parece obvio subrayar que su relevancia deviene crucial y, en consecuencia, la necesidad de su estudio prioritaria para garantizar nuestro desarrollo económico y social. Investigación con dos objetivos claros: en primer lugar, contribuir a mantener su identidad en el momento presente y, en segundo término, aportar conocimiento para su pervivencia futura reduciendo el «debe» más significativo que arrastran: mantienen una «vida corta».
En efecto, su índice de mortandad es penosamente alto: entre 2/3 y 3/4 de las compañías familiares quiebran, o son vendidas, por el emprendedor/familia fundadora en el final de la primera generación y, únicamente, en torno a un 15% se mantienen en tercera generación como sociedad familiar de acuerdo con la idea creada inicialmente por su promotor (Craig y Moores, 2006; Grant, 2004); la corporación de la cuarta generación, o sucesivas, se convierte en singular e incluso pintoresca. Hace más de una década ya se alertaba de esta situación: «La probabilidad que tienen las empresas familiares de superar la transición entre la primera y la segunda generación es muy baja… Sólo tienen éxito en la realización de la sucesión de la dirección y la propiedad un 30-40% de las empresas en Estados Unidos, el 20-25% en la Comunidad Europea y el 10-15% en España. Lo mismo puede señalarse en cuanto a la probabilidad de superar la transición entre la segunda y tercera generación. Los resultados también son concluyentes: sólo el 50% de las empresas en Estados Unidos y en la Comunidad Europea y el 30-35% en España. En cuanto a la probabilidad de superar la transición entre la tercera y la cuarta generación –así como las siguientes–, es de un 70% de las empresas en Estados Unidos y Comunidad Europea y el 50% en España « (Amat 1998, pág. 60). Estimaciones que, en la actualidad, parecen, incluso, demasiado optimistas.
Sin embargo, la carencia de investigación es tan significativa como imprescindible su abordaje; con ánimo estrictamente expositivo se puede afirmar que domina la divulgación más que la pesquisa del conocimiento. Afluyen ediciones noveladas sobre vida y obra de empresarios y familias empresarias –con objetivos muy distintos en cada caso– cuya lectura es recomendable para análisis tertulianos e información popular; abundan las reuniones, seminarios y cursos monográficos con el propósito de exponer e intercambiar experiencias empresariales concretas; en los medios de comunicación se pueden leer, escuchar y observar entrevistas, reportajes, etc., donde se ensalzan esquemas de excelencia empresarial a imitar y, por último –en no menor magnitud– crecen los bufetes, firmas de consultoría y agencias de estudios que, al hilo de esta divulgación masiva, han fijado como unidad de negocio las corporaciones familiares, procurando su asesoramiento, en la lógica actividad mercantil que define esta intervención profesional. Investigación, muy escasa.
Autores: A. de la Torre García
J. Conde Vieitez
C. Antón Rubio
Departamento de Psicología Social y Antropología.
Universidad de Salamanca